En el
paisaje de medios de hoy, donde abundan las opiniones infundadas, el despliegue
publicitario y los rumores, el método científico —los medios por los cuales
determinamos, en base a evidencia empírica y mensurable, qué es verdad— deberían
servir como un indicador de realidad. La ciencia nos permite evaluar lo que
creemos que sabemos e identificar lo que no sabemos. Más importante aún, refuta
las falsas afirmaciones hechas por razones personales o políticas o al menos
debería hacerlo.
Pero
los científicos ocasionalmente se
vuelven deshonestos y
abandonan el método científico —muchas veces en busca de notoriedad o rédito
económico— para producir propaganda y sembrar miedo en una población que no es
experta en la materia pero está sedienta de información. Este abuso de
autoridad científica es moneda corriente especialmente en las industrias de
alimentos orgánicos ynaturales,
que capitalizan el miedo de la gente a los productos sintéticos o antinaturales.
Un
ejemplo reciente es el científico indo-norteamericano V. A. Shiva Ayyadurai
quien, junto con Prabhakar Deonikar, publicó el documento más ridiculizado de
la historia: ¿Los OMG acumulan formaldehídos y
distorsionan el equilibrio de los sistemas moleculares? La biología de los
sistemas puede ofrecer respuestas.
(Los OMG son “organismos modificados genéticamente”, muchas veces injustamente
estigmatizada, que abarcan un universo de organismos modificados con las
técnicas más modernas y precisas de la ingeniería genética).
Si
bien el artículo supuestamente pasó por el proceso de revisión de pares, un
componente clave de la ciencia legítima, apareció en una publicación de bajo
impacto del tipo pagar
por publicar, Agricultural Sciences, que es producida
por un editor predatorio. A
los días de la publicación, organizaciones que se oponen a la biotecnología
como la Asociación de Consumidores Orgánicos y GMO Inside informaban sobre los
"hallazgos" de Ayyadurai con titulares atemorizantes:¿Formaldehídos
en la soja modificada genéticamente? y Nuevo estudio demuestra
que la soja modificada genéticamente acumula formaldehídos químicos que causan
cáncer, acompañados de gráficos aterradores.
Los científicos ocasionalmente se
vuelven deshonestos y
abandonan el método científico para producir propaganda y sembrar miedo en una
población que no es experta
Pero
los problemas del artículo de Ayyadurai son muchísimos. Su título solamente
basta para demostrar que algo está mal. Si pensamos que los OMG podrían
"acumular formaldehídos" —una sustancia química que puede que sea
cancerígena en niveles altos pero que está presente en la mayoría de las
células vivas y se encuentra diseminada en nuestro ambiente—, la respuesta
obvia sería medir sus niveles en los organismos. Ayyadurai, sin embargo, optó
por hacer suposiciones en base a un modelado a través de la biología de los
sistemas.
La
biología de los sistemas sólo permite una predicción, no una conclusión
experimental. En lugar de testear efectivamente los niveles de cualquier
sustancia química en las plantas, Ayyadurai introdujo datos en un algoritmo
informático para predecir los niveles de dos sustancias químicas, los
formaldehídos y el glutatión. Es como si un meteorólogo quisiera predecir a
partir de sus modelos que habrá sol todo el día, en lugar de mirar por la
ventana para ver si está lloviendo.
Sin
duda, como explicó Kevin Folta, director del departamento de ciencias
hortícolas de la Universidad de Florida, la biología de los sistemas puede ser
una estrategia útil si se la emplea correctamente. Según sus palabras, la
biología de los sistemas "es una manera de hacer predicciones en base a la
integración de datos existentes, obteniendo luego, estadísticamente, una
probabilidad de que las predicciones puedan ser correctas". Pero, resalta
Folta, las predicciones luego tienen que ser testeadas, "y la estrategia
de los sistemas, validada".
Al
igual que todos los estudios predictivos basados en modelos informáticos, la
validez de los resultados depende de la integridad de los datos y el algoritmo.
Si los datos se manipulan para respaldar las conclusiones deseadas del
modelador, o si el algoritmo está fallado, los resultados serán erróneos. Pero
no resulta claro a partir del artículo de Ayyadurai qué datos fueron
utilizados, y no hay ninguna validación del modelo.
El abuso de autoridad científica es moneda corriente
especialmente en las industrias de alimentos orgánicos ynaturales
Folta
hace una parodia brillante del trabajo de Ayyadurai. "Si desarrollamos un
programa informático que integraba datos de Internet para predecir la ubicación
de Múnich, y el programa nos dijo que estaba en el medio del Golfo de México,
enfrente de Florida, no significa que Munich esté en el Golfo de México,
enfrente de Florida". Por el contrario, significa que hemos cometido un
error, en nuestro programa, suposiciones o datos cargados, que son, en su
totalidad, comprobables.
La
decisión de no cuestionar esos datos, continúa Folta, y en cambio
"publicar un mapa que muestra que Múnich está en el medio del Golfo de
México, refutando todos los otros datos y las afirmaciones de millones de
alemanes bastante secos, no significa que seamos brillantes. Significa que no
tenemos ni idea, o más probablemente, que tenemos algún motivo para querer que
una metrópolis alemana importante esté a dos horas de Tampa en barco".
Folta
también tiene algo que decir sobre el editor de Ayyadurai. Si imprimimos el
mapa falaz que muestra la ubicación de Múnich, "¿qué dice eso de nuestra
integridad como una fuente confiable de información?".
En
el espíritu de la cooperación científica, Folta ofreció colaborar con Ayyadurai
en el testeo, en un contexto universitario, de muestras de maíz y soja
modificadas genéticamente (junto con controles apropiados), con ayuda de un
laboratorio independiente. Ayyadurai se negó, de manera que Folta procederá por
cuenta propia.
Los
datos experimentales estarán disponibles en breve. Mientras tanto, si usted
tiene antojo de sauerbraten y spaetzle,
vaya a Europa central, no al Golfo de México.
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