Para
muchos científicos, los organismos modificados genéticamente son la solución a
la dureza del clima y la baja productividad agrícola del continente
La promesa de los
organismos modificados genéticamente (OMG) es tentadora para los países
africanos. Las extremas condiciones climáticas y el rápido aumento de la
demanda ejercen una gran presión sobre los agricultores del continente para que
incrementen la productividad.
Por eso no es difícil
entender que una variedad de maíz resistente a la sequía y a los insectos pueda
parecer una solución milagrosa para lograr la seguridad alimentaria en los
países en desarrollo.
África depende en
gran medida de las ayudas alimentarias y de las importaciones. El continente
gasta cada año una media de 35.000 millones de dólares en productos
alimenticios procedentes de países desarrollados, a pesar de que casi tres
cuartas partes de sus habitantes son agricultores.
Con una población
que, según las previsiones, de aquí a 2050 se duplicará hasta los 2.400
millones, acabar con esta dependencia se ha convertido en un asunto de
importancia vital.
Para muchos, los OMG
son un instrumento indispensable para hacer frente al reto de proporcionar
seguridad alimentaria a África. Estados Unidos, que produce alrededor del 40%
de los cultivos genéticamente modificados del mundo, respalda esta opinión.
El programa
público-privado WEMA (por las siglas en
inglés de Maíz que ahorra agua) aspira a desarrollar
variedades de esta planta capaces de resistir a la sequía y a los ataques de
los insectos. Está previsto que una variedad producida por Monsanto, una
empresa estadounidense de semillas, se cultive en Sudáfrica a partir de 2017.
El objetivo es
simple: hacer más resistentes los cultivos en los países que sufren sequía, y
aumentar la productividad entre un 20% y un 30%, de acuerdo con los cálculos.
“Los transgénicos se
presentan de manera casi unánime como innovaciones para combatir el hambre en
África subsahariana, pero su objetivo principal es abrir nuevos mercados para
las grandes empresas productoras de semillas, que ven en África un futuro
consumidor”, advierte Clara Jamart, responsable de seguridad alimentaria de
Oxfam Francia.
Sus detractores
sostienen que las semillas transgénicas, caras y patentadas, no servirán para
resolver el problema de la productividad agrícola en el África subsahariana,
donde el 90% de las fincas son pequeñas explotaciones familiares. Además, los
efectos para la salud humana y la biodiversidad siguen siendo un motivo de
preocupación.
Ganar terreno
Mientras que, en la
actualidad, los cultivos transgénicos solo están autorizados en un puñado de
países africanos, parece que van ganando popularidad.
En este momento,
Sudáfrica, Burkina Faso y Sudán son los únicos tres países del continente que
comercializan especies agrícolas modificadas genéticamente. Egipto, que antes
formaba parte de este pequeño grupo, abandonó los OMG en 2013.
Los cultivos
modificados genéticamente todavía representan una parte muy pequeña de la
agricultura africana. Por ejemplo, en Sudán solo unas 100.000 hectáreas están
plantadas con OMG, según datos del
Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (ISAAA, por sus
siglas en inglés). Esto supone una fracción minúscula de las tierras de cultivo
del país.
Pero, poco a poco,
los transgénicos van ganando terreno, y Camerún, Ghana, Kenia, Malaui, Uganda y
Egipto han hecho hace poco pruebas de campo.
Hay quien ha ido
incluso más lejos. El mes pasado, el presidente de Kenia anunció que proyectaba
poner fin a la moratoria del país a la importación de OMG, vigente desde 2012.
Según Clara Jamart,
“algunos líderes africanos están convencidos de que los transgénicos son la
solución para lograr el desarrollo del sector agrícola en África”.
Este reciente
entusiasmo por los OMG está recibiendo un fuerte impulso por parte de la Nueva
Alianza para la Seguridad Alimentaria y la Nutrición (NASAN), una organización
fundada en 2012 por el G-8 para promover la adopción, la distribución y el
consumo de alimentos biorreforzados en los países en desarrollo. Su objetivo es
combatir la malnutrición mejorando los valores nutricionales de los alimentos.
En un informe
titulado HungeT, just another business las ONG
CCFD-Terre Solidaire, Oxfam Francia y Acción Contra el Hambre declaraban que
“algunos de los países miembros de NASAN, como Nigeria, ya están modificando su
marco legal para autorizar el cultivo de transgénicos”.
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